Para mantenerse limpios y lubricados, los ojos producen lágrimas constantemente. Estas, son drenadas hasta la esquina del ojo más cercana a la nariz desde donde normalmente se eliminan. Esa zona, conocida como ducto lagrimal, en ocasiones se obstruye a consecuencia de una lesión, infección o tumor, o simplemente no se crea totalmente en la etapa de desarrollo de los bebés. Esto hace que las lágrimas se acumulen y rueden por el rostro espontáneamente, aún cuando la persona no esté llorando. Además de la incomodidad que causa a la persona que la padece, el bloqueo del ducto lagrimal podría aumentar la incidencia de infecciones en el ojo. Es entonces que se recomienda una cirugía del ducto lagrimal que logra reconstruir esa área para que el ojo drene apropiadamente.
El Dr. Carlos Pou es especialista en Cirugía Plástica Oftálmica, que atiende problemas de los párpados, órbita y vías lagrimales. ¡Consútanos!